viernes, 29 de enero de 2016

Una visita al pasado

Si algo nos enseñó la película "Medianoche en Paris" es que sí, se puede viajar en el tiempo. En Santiago hay una peluquería donde uno atraviesa el umbral y se descubre, como Gil, caminando por la Belle Époque, quizás rumbo a una tertulia o el teatro. Y es que esto también es francés: la Peluquería Francesa se fundó en el año 1868, a cargo de tres maestros peluqueros franceses. Funcionaba en un local de la calle Santo Domingo, atendiendo al personal del consulado y a distinguidos vecinos del barrio Yungay, que por entonces era muy elegante. 


Dos veces cambió de local, pero en 1925 se instaló en su ubicación actual (Compañia de Jesus esquina Libertad) y parece que nada ha cambiado. Los secadores de pelo, pavas eléctricas y terminales "posnet" pasan casi desapercibidos en este hermoso caos de reliquias. El local todavía funciona normalmente, cualquiera puede ir a hacerse un corte de pelo o afeitarse a la navaja por $7000 (casi 10 dólares).


Cristián Lavaud, descendiente de los fundadores, tuvo la idea de abrir junto a la peluquería un restaurant, que es a la vez museo y anticuario. Todos los muebles del Boulevard Lavaud están a la venta, recorrerlo es una maravilla, y la comida es exquisita. 


 

Yo fui a almorzar con mi amiga Anto y quedamos enloquecidas con el lugar! Un mediodía de semana está muy tranquilo. Para ir a la noche o en fin de semana recomiendo llamar y reservar (info en la página del restaurant: www.boulevardlavaud.cl).



Con todo esto, esta esquina se convirtió en un hito dentro del Barrio Patimonial Yungay, una zona que ha comenzado hace poco a recuperarse de la decadencia en que la dejó el paso del tiempo. Es un barrio muy interesante para conocer, posiblemente pronto escriba un post sobre él.

Les dejo más fotos de la peluquería y un dato de color para turistas: nos dejaron entrar y sacar todas las fotos que quisiéramos.


 

  

Muchas gracias por leerme y ojalá se inspiren para pasear por esta zona, cargada de historia y un poco de nostalgia. 



Au revoir.
C'est fini.
Merci.







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lunes, 11 de enero de 2016

Hacer lugar para lo nuevo

Todos deseamos algo para el nuevo año. A veces nos postulamos propósitos concretos, a veces no, pero eso no significa que no tengamos anhelos. Ya sea un nuevo trabajo, un gran amor, mejorar una relación, tener un hijo o salud, todos experimentamos necesidades y deseos. Reconocerlos, admitirlos y expresarlos es un primer paso necesario para empezar a hacerlos realidad. 

Hace poco estuve leyendo algo sobre la Ley de Atracción. De acuerdo con esta creencia, las personas podemos atraer con nuestra actitud y pensamientos aquello que deseamos. Pero para que algo nuevo entre a nuestra vida, es preciso crear un vacío que pueda ser llenado por eso que deseamos (Ley del Vacío). Si no creamos ese vacío, le estamos diciendo al universo que no necesitamos nada nuevo.


Cuando guardamos cosas que no necesitamos “por las dudas”, “por si un día nos faltan”, estamos enviando dos mensajes negativos a nuestro cerebro y a nuestra vida: que no confiamos en el futuro, y que no merecemos algo mejor sino que nos contentamos con las cosas viejas e inútiles. Cuanto más nos resistimos a vaciar, menos predispuestos estamos a cambiar e impedimos la llegada de un futuro mejor. 

En la casa, lo mismo que en la vida, el exceso de cosas hace que no podamos tener nada nuevo. La acumulación de objetos en un mismo espacio se asocia generalmente a sentimientos de miedo o dolor que nos inmovilizan. En el libro Feng Shui that makes sense (Feng Shui que tiene sentido), la autora explica que la actitud de guardar cosas que no deseamos, amamos o usamos, nos hace sentir desanimados y desmotivados. No importa si todo está en una bodega o en armarios donde no podemos verlo: la acumulación se relaciona con postergar decisiones, y eso provoca en las personas sentimientos de culpa y auto-recriminación. Puede llegar a afectarnos la salud, la autoestima y la vida social.

Cuando limpiamos armarios, cajones y estantes, estamos dispuestos interiormente a abrazar la abundancia y las nuevas oportunidades. Eliminar la acumulación de objetos físicos tiene como fin último eliminar también el desorden mental. Al hacerlo, desbloqueamos el flujo de energía en la casa y en nuestra vida, dejando el campo fértil para cualquier mejora. 

Mi propósito para este 2016 es hacer lugar en mi vida para que pueda llegar algo que deseo hace bastante, y lo voy a hacer de dos maneras: liberando horas de mi tiempo (la necesidad de estar siempre ocupada también proviene del miedo), y regalando todo lo que tengo en casa y que no se usa. Te propongo lo mismo. Reconoce todo lo que no quieres en tu vida y empieza a desprenderte de aquello que te frena y que no te da felicidad. La verdadera abundancia no pasa por tener o hacer mucho, sino por tener y hacer exactamente lo que nos hace bien, y estar disponibles para disfrutarlo. Empecemos el año más livianos, interna y externamente, en la casa y en el corazón. ¡Feliz Año Nuevo!

Fuentes:

Cathleen McCandless, Feng Shui that makes sense, Two Harbors Press, 2011.




(Texto publicado en La Casa de Juana el 27 de diciembre de 2015.)

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