Con motivo del Día del Animal, un post dedicado a estos animalitos que tanta felicidad me dieron en mi vida: los perros. Quiero contarles algunas fórmulas que aplicamos en mi familia para educar a las perras que tuvimos, que fueron unas cuantas.
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¿Esto no tiene nada que ver con decoración, cosas de la casa, y esos temas de los que suelo hablar? Error! Tiene mucho que ver, porque cuando adoptamos una mascota queremos poder seguir teniendo la casa linda, limpia, y ordenada, sin que el bicho en cuestión destruya todo a su paso.
¿Las gatófilas ya están pensando en irse? Quédense, porque también les puede pasar que en algún momento se junten con un novio que ama los perros, o sus hijos les rueguen tener un pichicho, y ustedes acepten.
Voy a compartir entonces algunos consejos que a nosotros nos dieron buen resultado. Antes, algunas aclaraciones:
- No hice ninguna investigación. Escribo puramente desde mi experiencia. En casa nos gustaba tener perro y con el tiempo fuimos perfeccionando los métodos de crianza, hasta el día de hoy que tenemos “la joyita”: Simona, la perra más buena, dulce y disciplinada del mundo (vive con mis papás).
- Los consejos van a ser para criar perros mansos, hogareños y cariñosos. Si quieren criar perros malos o peligrosos, van a tener que buscar ayuda por otro lado! (un psiquiatra, por ejemplo).
- Me voy a referir a criar perros desde cachorros. Es en ese momento cuando pueden aprender todo. Ya cuando llegan a nuestra vida de adultos, es más difícil enseñarles, y realmente no tengo experiencia así que no voy a hablar.
- Y otra cosa muy importante: aunque adoptamos mascotas para que nos hagan más felices, también queremos que ellas sean felices. Creo que es egoísta traer un perro a casa si no le vamos a poder dar el espacio, la compañía o los cuidados que necesita. Así que mis consejos van orientados a las personas con buen corazón que quieren que el perro la pase bien.
Vamos de una vez con los consejos. Los tuve que separar en dos partes porque se me hicieron larguísimos, es decir que habrá un segundo post después de este. Tanta advertencia puede hacer que la cosa parezca difícil, pero es al revés: la idea es cuidar algunos aspectos al principio para que después la convivencia con el perro sea un verdadero placer:
1- Elegir la raza. Antes de comprar un perro, tenemos que averiguar cuáles son las razas más mansas, porque aunque la forma de criarlos es lo más importante, la raza les da cierta predisposición que no hay que despreciar. Claro que a veces el perro te elige a vos, te encuentra en la calle y se mete en tu vida: esos perros “marca perro” muchas veces son los mejores, los más agradecidos por tener un hogar, cariñosos y guardianes. Pero si tenemos la posibilidad de elegir, hagámoslo con sensatez: el criterio tiene que ser el buen carácter. Elegir un perro porque es la raza de moda, o solamente por el aspecto físico, tiene sus riesgos. No conozco todas las razas, se que los Labradores, Golden Retriever, Pointer y Border Collie son perros buenos y obedientes (seguro que hay muchos más). Algunos son buenísimos pero medio molestos, por ejemplo los Dálmatas, Beagle o Weimaraner pueden ser un poco más inmaduros o inquietos. Hasta ahí ningún problema, pero cuando se trata de razas que se sabe que tienen una tendencia agresiva –Rottweiler, Bull Terrier, Dogo, Pitbull, y otros- traerlos a casa y a vivir en comunidad me parece una reverenda tontería arriesgado. Por más que lo críes como a un bebé y jures que “es un santo”, no sabés cuándo algún estímulo le puede hacer brotar su lado oscuro, provocando que ataque a alguien. ¿Para qué arriesgarse a tener una tragedia o una demanda? Y si tenemos chicos en la familia, con más razón, elijamos perros que podamos estar 100% seguros de que no los van a lastimar. (bienvenidas sean las opiniones contrarias, se que este punto puede ser controvertido)
Via. Mi perra Simona es una labradora como esta. Mis sobrinos se le tiran encima, le tiran de la cola y de las orejas, le sacan la comida, la vuelven loca! Es un verdadero placer poder estar tranquilos de que ella jamás los van a morder, por más fastidiada que esté. |
2- Todos tirando para el mismo lado. Traemos un perro a casa y queremos enseñarle algunas cosas. Si no nos ponemos de acuerdo entre los miembros de la familia sobre cómo lo vamos a educar, no hay manera de que el pobre bicho entienda qué está bien y qué está mal. El consejo puede parecer obvio, pero seguro que hay mucha gente que no piensa que haya que tomarse estas molestias por un perro. Les aseguro que con una charla previa y un acuerdo sobre ciertas reglas básicas, la crianza del perro se hace mucho más sencilla.
3- Tiempo juntos. Para que el perro salga como vos querés, necesita pasar mucho tiempo con vos. Más claro que el agua: se tiene que adaptar a vos, a tus movimientos, a tus gustos, a tus reglas. Si nunca está con vos, no hay forma de que lo aprenda. De la misma manera, para ser un perro que puedas tener adentro, tiene que empezar por pasar mucho tiempo adentro, para aprender a comportarse. Si tu intención es que pase su vida afuera (porque tenés un buen jardín y elegiste una raza que no se va a morir de frío ni de calor, ojo), despreocupate. Pero los perros que se crían afuera, adentro son insoportables. Muchísimas veces veo amigos que se compran un perro, y como les resulta inquieto (por supuesto, es cachorro!), en lugar de enseñarle lo exilian al jardín, con lo cual el pobre bicho nunca aprende: si alguna vez entra, tira todo a su paso; cuando está con gente, le salta, les pone las patas encima. Sus dueños, hartos, lo vuelven a mandar afuera, donde queda para siempre. Si hay niños en la casa, a veces hasta terminan no queriendo salir al jardín porque está “el pesado”, que les salta, los embarra, los ensucia. “no, nene, mejor quedate adentro”, o “esperá que lo ato a Tito así podés salir”. ¡Me da tanta tristeza! Porque los perros son tan sociables, realmente disfrutan de estar en compañía, y además porque les sacamos a los chicos la posibilidad de crecer con un perro, que es una experiencia tan gratificante (me refiero a realmente vivir con un perro, no a tener uno en el fondo del jardín).
Esta es una foto de Bubu . Sus perros están adentro, ¡y no están arriba del sillón! Bien por ellos. |
4- Las primeras enseñanzas. Me puse a pensar y me parece que las dos cosas básicas que se le enseña a un cachorro son: hacer sus necesidades afuera, y no romper las cosas. Empecemos por la primera: por supuesto, hay que sacar el perro afuera con frecuencia para darle la posibilidad de que haga sus cosas ahí. Cuando lo hace, hay que festejarle mucho, con mimos y hurras. Cuando hace adentro, hay que estar atento y llevarlo inmediatamente afuera, para que empiece a asociar. Hay un momento en que el perro ya captó, pero cada tanto vuelve a hacer adentro: en ese caso hay que retarlo y llevarlo afuera.
Las primeras noches de un perro en casa, nosotros lo poníamos a dormir en algún lugar cerrado (garage o cocina) para que el área que amanecía sucia fuera acotada. Le poníamos unos diarios, esperando que alguno de sus pises lo embocara ahí. Después, guardábamos alguno de los diarios de más abajo, que estaba levemente húmedo (si ningún pis había aterrizado en un diario, he llegado a ensuciar un poquito un diario limpio) y lo poníamos en el tope de la pila de diarios en la noche siguiente. Los perros tienden a hacer sus necesidades en el mismo lugar, y mejor si su olor ya está ahí. Con ese método los perros aprendieron a hacer sus cosas encima del diario muy rápido. con el paso de los días, cada vez necesitan hacerlas con menos frecuencia, y una mañana nos vamos a encontrar con que no hicieron nada en toda la noche. Después de un par de noches así, el perro está listo para dormir en cualquier lado, siempre que controles que salga y haga lo suyo antes de dormir.
La segunda enseñanza básica: no romper las cosas. El perro que rompe es porque está mucho tiempo solo y se aburre. Lo más normal es que nos encontremos las cosas rotas después de un período en que se quedó solo. Algo muy importante es que el perro tenga juguetes y mordillos propios con los cuales afilar sus dientes y aliviar las encías mientras le crecen los dientes. Estos juguetes no deberían ser algo que fue nuestro y tiene nuestro olor, por ejemplo nuestras zapatillas viejas, porque él no puede distinguir entre nuestra zapatilla vieja y nuestras Nike última moda (¡horror!).
Cuando estamos en casa, podemos vigilar que no rompa nada. Seguramente va a tratar de morder cosas que no son suyas: hay que estar atentos, sacárselas y castigarlos. “No!” es una palabra que tienen que incorporar. Ojo, el castigo tiene que ser en el momento en que se mandan la macana, porque los animales no recuerdan, y si no entienden por qué los retás, es inútil. Lo mejor en agarrarlos “in fraganti”. Un castigo con retraso no sirve para nada más que para atemorizarlo y violentarlo.
Este bombón es Rodolfo, el cachorro de Ceci, que todavía está en pleno proceso de adiestramiento para que no le destruya la casa. Vamos Ceci, vos podés! |
5- Salir a pasear. Otra cosa que queremos que aprenda rápido, es a portarse bien cuando sale a pasear. Como en todo lo demás: si no le enseñamos, seguramente nos va a terminar resultando insoportable pasearlo, y al poco tiempo no lo vamos a sacar más. Con lo cual, ¡pobre perro! O bien, como el perro no deja de tirar, el único capaz de sacarlo va a ser el hombre de la casa, con lo cual ¡pobre hombre! Cualquier perro, por más grandote y fuerte que sea, tiene que poder aprender a pasear caminando tranquilo, para que hasta un chico lo pueda sacar.
Para los cachorros está bueno usar un collar de ahorque, al menos hasta que empiecen a caminar más tranquilos. Igual son capaces de tirar de la correa hasta morir ahorcados, así que el consejo es darle tirones cortos constantemente, para que regule el paso y camine junto a nosotros. Se puede usar la palabra “junto”, y acompañarla por un tirón que lo acomode a nuestro lado. Lamento decir que habrá que insistir con ese método hasta que deje de tirar. En las esquinas hay que enseñarles a frenar solos, al llegar al cordón. Pueden usar la palabra “stop”, “pará” o la que quieran. La idea es que, si alguna vez está suelto, no se tire a la calle y lo pise un auto. También le enseñamos a avanzar únicamente cuando le decimos “vamos”. Un buen ejercicio es ir caminando con otro miembro de la familia: el que lleva al perro se queda parado en el cordón, y el otro cruza. El perro va a tender a avanzar para seguir al que cruza. Hay que frenarlo en seco y hacerlo esperar, hasta que el dueño dice “vamos”.
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Eso es todo por hoy. Próximamente voy a publicar otro post con más consejos, sobre los siguientes temas: “Quién manda a quién”, “El perro y su comida”, “Premios y castigos”, “La comunicación verbal”, “Mimos” y “Truquitos”.
Espero que a alguien le sirva esto. Me encantaría que comenten contando su propia experiencia cuidando, educando y conviviendo con perros. Hasta la próxima!