La mesa

Siempre me gustó recibir gente en casa. No era hábil con la cocina pero me gustaba invitar, organizar, fijarme que no faltara nada, y generar un lindo encuentro.

Ese arte de recibir visitas sin duda se perfeccionó desde que conocí al Ingeniero. Él es el invitador por excelencia, su casa siempre estaba abierta, podías caer y te abría la heladera e improvisaba algo. Es un asador espectacular, su parrilla siempre tiene cortes variados y logra que cada uno salga a punto, perfecto. Cuando el clima no acompaña, en lugar de asado pueden ser las pizzas caseras más ricas del mundo, pastas con camarones, cerdo en distintos formatos, o unas mollejitas al verdeo no aptas para estómagos sensibles.

Por eso, desde que estas dos vidas se cruzaron, sabíamos que nuestro futuro estaba en casa, alrededor de una mesa, con amigos. Y así fue que cuando estábamos eligiendo lugar para vivir, vimos este PH y la terraza simplemente nos conquistó.

Cuando por fin logramos ponernos de acuerdo con lo básico (¿qué querés hacer? ¿a quién querés invitar? elegí vos. no, lo que vos quieras, dale. y así al infinito...), nos complementamos bien. Él se ocupa del plato fuerte (cocinar para muchos todavía me da pánico). Yo hago ensaladas, postres. Bajo su cuidado no va a faltar cerveza helada y hielo para toda la noche. Bajo mi supervisión, la mesa va a estar bien puesta, la casa va a estar ordenada y va a haber papel higiénico y tacho en el baño (¡no me digan que no es clave!). Cuidamos las cuentas para que todo esté rico sin ser caro para ninguno de los invitados.

Las invitaciones no son al azar. Cocinamos para aquella gente que queremos y que de alguna forma nos retribuye con su cariño. El esfuerzo que implica puede ser grande, pero se hace con ganas: invitar es agasajar, no es para obtener nada; nunca se cuentan las monedas en la repartija de gastos, recibir es para dar y para darnos.

Estas fotos las saqué para el desafío de Bla-d, que nos invitaba a poner la mesa. (¿se nota que las preferencias futbolísticas del asador han tenido cierta influencia en la elección de vajilla y manteles?).

Marzo es un mes agitado para mí (entre otras cosas cumplo años el 18, y se imaginarán que lo festejo con ganas) y no le pude dedicar mucho tiempo al desafío, pero esta es la mesa real de un asado real que hicimos el viernes pasado. La luz artificial, mi camarita humilde, las cosas hechas a las apuradas después del trabajo... no quedaron unas fotos muy buenas (otros miembros de Bla-d estuvieron subiendo unas cosas lindísimas!). Pero hubo amigos, hubo comida, hubo risas, y eso es lo mejor que le puede pasar a una mesa. 

Gracias si leyeron hasta acá!
Gracias especialmente a nuestros papás (los míos y los de él) que nos dieron hogares cálidos y generosos, y nos enseñaron esta costumbre que nos hace tan felices!